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sábado, 18 de abril de 2009

El camino


Como decía en la anterior entrada no soy muy amiga de las dietas estándar ni las avaladas por dietistas ni las denominadas "dietas milagro".
Pienso que es algo muy personal y de cada uno elegir qué tipo de dieta hacer. Incluso en diferentes momentos de la vida sea diferente la opción a tomar.
En mi caso, me fue muy bien hace algunos años la dieta disociada como la del método Montignac.
En otra ocasión utilicé durante varios meses otra dieta que me enseñó una amiga costarricense quien la obtuvo en su país en un gabinete nutricionista. Bajé bastante peso a lo largo del tiempo y aprendí a controlar las cantidades de comida ingeridas, si bien comía de todo. Es la mejor dieta que he hecho nunca, hablaré de ella más largamente en otro post. Tiene la singularidad de que un día por semana "haces fiesta" y puedes comer lo que quieras (si, sí, lo que quieras).
Recientemente me ha ayudado mucho a centrarme un libro que se titula "Eres lo que comes". Me resulta muy difícil llevar a cabo todos y cada uno de sus consejos porque debería cambiar 180º mi concepción de la alimentación (y la de mi familia) pero me han servido algunos y os hablaré de ello también próximamente.
Pienso que la mejor dieta es la que se integra en la vida cotidiana de cada uno, no como algo extraño que se está haciendo, autoimpuesto y con mucho sufrimiento, sino como un modo de reeducar nuestros hábitos alimenticios. Y es importante que tenga en cuenta también otros aspectos además de los puramente nutricionales, porque si no los tiene, tarde o temprano se abandonará la dieta y a la larga se recuperará el peso perdido y algún kilo más de regalo.
A mi modo de ver cuando alguien decide bajar peso es fundamental ser muy flexible y no caer en la culpa si no se logran los objetivos adecuados, o si nos saltamos el régimen en algún momento. Los alimentos prohibidos son los que más apetecen y tarde o temprano se acaba transgrediendo una norma que sólo existe en nuestra cabeza. También hay que tener la suficiente flexibilidad y amor hacia uno mismo para no ponerse objetivos draconianos imposibles de cumplir. Hace años estuve en un grupo de trabajo en el que tratábamos a muchachas y a sus familias con trastornos de alimentación. Aprendí mucho de aquello, de lo que no quiero para mí de ninguna de las maneras. Mejor gordita que en una espiral de autodestrucción y dolor. También de ésto habrá ocasión de hablar.
Podría seguir hablando de tipos de dieta mucho rato, pero no quiero alargar más el post.
Lo cierto es que el camino es para todos el mismo, pero cada uno al recorrerlo, paso a paso, lo hace suyo y lo convierte en su camino personal.

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